Canciones para tocar el cielo

Miren Iza y su guitarra reflectante  - foto: Chema Helmet

Disfrutamos de las agitadas canciones de Tulsa en versión acústica.

Una crónica de Chema Helmet
Quién: Tulsa
Dónde: Los Molinos del Río (Murcia)
Cuándo: 09 de mayo de 2008

River Sounds es un ciclo mensual que ha programado la Concejalía de Cultura en el Auditorio de los Molinos del Río de Murcia para la primavera de 2008. Se trata de una serie de conciertos en formato acústico, que dadas las pequeñas dimensiones del recinto (con un aforo de 100 personas), permite disfrutar con cercanía de los artistas. Ya se sabe que en las distancias cortas es donde uno se la juega.

Tras la actuación el 10 de abril de Víctor Algora, River Sounds acogió el 9 de mayo a Tulsa, -en junio será el turno de los locales Second-, la banda de origen bilbaíno y afincada en Madrid.

En esta ocasión Tulsa fueron Miren Iza y Miguel Guzmán: dos guitarras (una acústica y otra eléctrica) y una voz: la desgarradora, profunda y
personalísima voz de Miren Iza. Tulsa es emoción a flor de piel, canciones desnudas, sentimientos encontrados, historias de angustia y amores imposibles en un universo desolado. Bajo la apariencia frágil de la de Hondarribia se esconde toda una fuerza de la naturaleza. 

Repasemos algunas perlas del repertorio de Tulsa a modo de ejemplo: “La  culpa se sienta a mi lado / y me recuerda: no te libraras de mí” (Carretera); “Pienso que esta noche me acosté con Satán / más que nada para olvidar que tú no eres de verdad” (Seguramente me lo merezco); “Lo primero que hicimos fue casarnos… Después nos conocimos hasta odiarnos ” (Estúpida); “Conmigo tocarás el cielo / y por supuesto el infierno, también” (Contigo tocaré el cielo). Y así podría seguir un buen rato.

En escena todo el peso gravita sobre una tímida, a veces insegura, y siempre magnética Miren Iza (no hay que olvidar el discreto, pero no por ello excelente papel de Miguel Guzmán en la guitarra eléctrica). Conforme avanza el concierto parece que van desapareciendo sus ganas de salir corriendo y al final hasta se
atreve a pedirle a la entregada audiencia que le sugieran temas qué tocar, que a ella se le ha agotado el repertorio. Y así, entre otras, accede a tocar Limonakis, una fantástica historia de escapismo y desamor (“parece que una roca me presta atención / así que le cuento mis penurias con el amor”).

También hubo hueco para las versiones: una tremenda adaptación al castellano de Into my arms de Nick Cave y una sorprendente recreación de la impactante Mis huesos son para tí de Surfin’ Bichos (“aunque me veas clavándome los dedos / en el centro del hígado hacia adentro / abriéndolo como un pan /y repartiéndoselo a los perros /y repartiendo caos en mi familia / y puñetazos a todos los demás /mis huesos son para ti“).

El sobrio marco donde se desarrolló el concierto (bancos de madera para el público, paredes desnudas, iluminación casi inexistente, apenas un par de amplificadores sobre el escenario…) le confirió al recital un cierto aire ceremonial, casi eclesial, idóneo para que la sacerdotisa Iza oficiara con recato y entrega su particular travesía por un desierto emocional con sabor a culpa, desgarro y desolación.

Y tras expiar nuestros pecados y con las conciencias lavadas salimos a la calle y elevamos todos a una voz nuestra plegaria: con Tulsa tocaremos el cielo (y si hace falta el infierno también).

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