Chunda chunda con pedigrí en el pedregal de Los Narejos

Moby también quiere #democraciarealya /// foto: Chema Helmet - Equipo Helmet
Moby también quiere #democraciarealya /// foto: Chema Helmet - Equipo Helmet

Moby apuesta por lo seguro y ofrece en Electromar un concierto bastante previsible.

Quién: Moby
Cuándo: viernes 29 de julio de 2011.
Dónde: Festival Electromar (Los Narejos, Murcia)

Texto y foto: Chema Helmet

La edición 2011 de ese caótico macrobotellón veraniego encubierto bajo la apariencia de festival, que es Electromar, tuvo como principal atractivo la única actuación de Moby en España.
Nada sabíamos de antemano sobre lo que nos íbamos a encontrar cuando, pasada la medianoche del viernes le tocase ocupar el escenario principal -el mismo sobre el que antes se habían defendido con soltura y oficio Varry Brava y Delorean- al neoyorquino Richard Melville Hall: ¿vendrá a pinchar? ¿vendrá a hacer karaoke sobre un fondo de pregrabados? ¿vendrá con una banda de verdad?

Pues Moby -que sí, resulta que vino acompañado de músicos de “carne y hueso”- ofreció en Electromar un show bastante convencional, un concierto sin riesgo y de pocas sutilezas. Una sesión de música disco sin más, una decepcionante apuesta por la faceta más obvia de su repertorio. Un espectáculo en el que la calidad musical está directamente relacionada con la frecuencia con la que se pisa el pedal del bombo.

Eso sí, Moby estuvo encantador, locuaz, muy cercano y comunicativo (hasta llevaba puesta una camiseta de #democraciarealya); según qué canción se ocupó de tocar guitarra, teclados o percusiones, mientras que el peso de las labores vocales recayeron sobre una tirando a discreta Joy Malcolm.

El concierto resultó ser una sucesión previsible y me atrevo a decir que hasta monótona de subidas y bajadas milimétricamente calculadas. Los delicados matices de la electrónica de guante blanco a la que nos tiene acostumbrado Moby en sus discos se perdieron por el camino que lleva desde Nueva York al pedregal de Los Narejos.
Fue una pena que los escasos destellos de calidad que Moby nos regaló durante su actuación se fueran por la borda en la vergonzante coda final con la que concluyó su show. ¿De verdad era necesario montar ese burdo numerito de narcisismo bacaleta?

Aunque bien mirado, la masa que acude al Electromar paga su entrada para recibir a cambio un buen chute de chunda chunda con pedigrí y desde este punto de vista estoy seguro de que Moby no les defraudó ni lo más mínimo.

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