Una entrevista de Miguel Tébar Almansa (26/09/12) / Fotos: Chema Helmet
En 1991, en el ahora irreconocible barrio del Carmen de Valencia, cinco muchachos con aspiración a escritores tuvieron un sueño cooperativo: poder vivir de algo compatible con su pasión y valores. Un par de años después, pero en el barrio de Santa Eulalia de Murcia, nacía una cafetería-librería con nombre mítico: Ítaca. Por si sola creció durante un par de décadas y ha dejado narradas más de 800 páginas repletas de aventuras -como la (no tan) inventada por David Moya, uno de sus personajes frecuentes-.
El 29 de septiembre de 2012 el Ítaca puso el punto y final. Lo que comenzó con la crisis post-Barcelona olímpica termina con la destructora crisis actual. Un mal que devora al ciudadano medio y al pequeño empresario por igual «Esta vez nos han ganado, si no hay consumo nadie hace caja y nosotros no tenemos otros ingresos, ni siquiera una terracita para aguantar el efecto provocado por la ley anti-tabaco».
aún
se
puede
vivir
de
la
promoción
cultural
No habrá más conciertos, exposiciones, recitales literarios, danza o teatro… se pierde un punto eficaz de bookcrossing, un agradable espacio solidario que siempre estuvo a disposición de las pequeñas ONG, de los insumisos condenados cuando estos quisieron festejar su última noche en libertad, de algún que otro intrépido emprendedor con un sueño que presentar. Un café-tertulia donde poder reunirse y hablar y escuchar y estudiar y ligar y emborracharse y dejarse llevar por los aromas de sus múltiples esencias mezcladas en infusión y no dejar de imaginar. Un local, que premeditadamente ha sido un altavoz a las ‘otras músicas’ o, simplemente, fue la dulce banda sonora de fondo a una conversación. Por todo ello es que su responsable no duda en afirmar: «El mayor reconocimiento que hemos obtenido en este tiempo es el cariño y el respeto de la gente: de los clientes, del público y de los artistas que por aquí han pasado».
-Como reconocido asistente infiel (y anónimo) que me considero y como medio especializado que tan poca atención hemos prestado a lo que el Ítaca nos ha brindado en estos azarosos años, queremos limpiar nuestra conciencia y dejar impreso en negro sobre blanco un sentido esbozo de su huella histórica. Por ello, el día en que el micrófono se abrió por última vez a la gente de la Asociación Murcia Canción de Autor (AMCA), quisimos poner en rec la grabadora ante el bonachón Antonio Castro (gerente del local) y el visceral escritor Héctor Castilla (responsable durante los últimos 2 años de Los Conciertos del Ítaca)-.
Comenzamos haciendo memoria y caemos en la cuenta que el actual alcalde de Murcia -Miguel A. Cámara Botía- ya lleva cinco legislaturas consecutivas gobernando y con la conciencia de estar en terreno progre (intelectual, rojo y republicano) provocamos la respuesta ante una de las especulaciones sobre el cierre del local «Esto es una problemática concreta del equipo de gobierno que dirige el hombre en cuestión, más que del partido a quien representa» -y Antonio pasa a enumerarnos toda la actividad cultural que se ha ido perdiendo bajo su mandato- «Eso sí, iniciativas privadas aparte, nos quedan los toros, las fiestas de primavera, los moros y cristianos y el SOS 4.8. que visto lo visto quizá hasta tengamos que alabarlo…».
«En algunas ciudades españolas, como Cartagena, Bilbao o Zaragoza el intentar cerrar la vida nocturna en los centros y cascos antiguos fue una mala idea. Cuando cayeron en la cuenta, pusieron remedio inmediato para que no diera miedo pasear por sus calles». En las auténticas capitales de la vieja Europa ni se plantean fomentar la reubicación a las periferias de sus espacios tradicionales, de ocio o de encuentro social sin embargo «Aquí, lo prioritario parece que sea llevarse la actividad económica hacia los nuevos centros comerciales».
Como también es vox pópuli el polémico argumento que provoca el acoso a ciertos bares, les sonsacamos si es que ven tan difícil una convivencia respetuosa entre clientes y vecinos: «El principal problema de este país es la educación, no el hacer un botelleo o salir a fumarse un cigarro a la puerta del establecimiento» -apunta Héctor- «…si bien es cierto, que aquel que viva en el centro debería de entender que eso conlleva una serie de desventajas, por ejemplo: las calles cortadas durante los festejos, el camión de la basura despertándote por las noches, que te toque algún bar en la esquina» -continúa Antonio y vuelven a turnarse la palabra- «No se puede tenerlo todo, ¿Qué queremos, ir andando a cualquier parte de la ciudad sin importarnos que esta sea un cementerio?, ¿Qué sentido tendría?». «La policía es la que debería velar por los derechos de todos, y no solo de los vecinos de primera clase o de los empresarios amigos de algún responsable. Sin duda se aplican dos varas de medir distintas, no se tiene que apretar las tuercas al máximo a unos, mientras que otros -molestando seguramente mucho más- gozan de permisividad absoluta ante su incumplimiento de las normativas».
Por razones económicas, políticas o de propio agotamiento, el Ítaca muere y nos preguntamos si es que tiene que desaparecer un espacio sociocultural para que sea valorado en justa medida y nuestros entrevistados discrepan entre ellos «La gente que sabe en lo que ha consistido este espacio es la que solía venir y ellos sí son conscientes de lo que se pierde. Son aquellos que te confiesan: hace un montón de tiempo que no me paso a tomar algo, pero me molaría que continuase abierto… ¡Puaj!. Esa gente es la que no le ha dado la importancia que tenía esto. No se puede llorar al muerto, cuando no te ha interesado en vida», «Yo no estoy de acuerdo con Héctor, esto es un negocio privado y la gente que frecuenta tu local por un periodo tiene mil motivos para dejar de hacerlo. A todos ellos hay que estarles agradecidos y en cualquier caso el fallo habrá podido ser mío, aunque me diera rabia ver en un concierto tan demandado a muy pocas personas, el público es soberano y libre. Eso sí, los medios siempre nos han otorgado mucha presencia, pese a nuestra gandulería en darnos a conocer mejor».
En este tiempo de vida, del Ítaca nacieron otros proyectos como la revista ‘Bitácora’ o una asociación que se llamó ‘Aladeriva’. Sobre sus finalidades y no continuidad nos comenta Antonio: «El fanzine de poesía que comentas se pudo hacer con la ilusión precoz y algo de dinero que teníamos guardado. De allí salieron autores que hoy día se dedican a ello, como por ejemplo Alberto Chessa. Y unos diez años después nació algo mucho más serio con la finalidad de financiar, mediante eso que ahora está tan de moda el micromecenazgo (crowdfunding), con las cuotas de nuestros suscriptores. Al darnos de bruces con el monstruo de la distribución, nos fue difícil aguantar más allá de editar tres libros, dos discos y una obra teatral».
No es para nada plausible que, en estos tiempos, cada vez haya menos espacios abiertos de encuentro, como aquellos antiguos cafés-tertulia, y por eso queremos saber ¿Dónde se podría propiciar una charla sosegada, un intercambio de ideas o sumar sinergia en el ámbito de la cultura en Murcia? «Evidentemente no en las televisiones, cada vez menos en las radios y casi nada en las redes sociales virtuales pobladas de gente anónima… Afortunadamente, en esta ciudad, desde hace un par de años están apareciendo nuevas fórmulas superinteresantes de participación creativa, modelos alternativos muy bien montados y con una actividad brutal. Ya no solo están ubicados en el casco urbano como es el caso de La Azotea, sino que aparecen localizados a las afueras, allí donde quizás la mano del poder no llegue». -En la cercana huerta se encuentran las asociaciones culturales Los Pájaros y El Quirófano-.
Sobre el imprescindible y problemático aspecto que es la financiación del ‘Pensamiento libre, Independencia y Autogestión vs Patrocinio, Subvención y Apoyo institucional’, Antonio concluye «Nada es incompatible y derivar en una confrontación es absurdo. Si te puedes comprar una casa sin hipotecarte, ¡Hazlo! pero si nos tienes el dinero deberás pedirlo a alguien. La independencia creativa ante el gobierno es fundamental e imprescindible, aunque por otro lado, el Estado y sus Comunidades tienen la obligación moral de promover y participar en la cultura colectiva, con nuestros impuestos, en sus ciudades y por/para sus ciudadanos. No se trata de venderse a cambio de una subvención, hay que exigirles que cumplan con la sociedad. Por desgracia, hoy en día la cultura es un lujo al que no podremos acceder casi ninguno de nosotros. Semanalmente no te puede comprar una entrada para un espectáculo y después pretender tomarte una copa».
Un esperanzado Héctor nos apunta dando algunas claves «Claro que aún se puede vivir de la promoción cultural. Tan solo hay que tener en cuenta variables como: saber dónde te metes, tener el conocimiento de los costes reales, prever el tiempo que te va a llevar, elegir entre el riesgo de apostar por algo novedoso o buscar la rentabilidad con productos casi certeros. Todo en el mundo de la farándula es un poco circense, en el que obviamente hay muchas cosas divertidas. Como dar el pelotazo cuando nadie se lo espera, sin que esto sea cuestión de dinero sino de curro ¡Si ocurre, es la hostia!».
El florecimiento del Ítaca con la escena de canción de autor siempre ha sido recíproco y fructífero, así como el mutuo apoyo al festival Cantigas de Mayo, a la AMCA y su nueva generación, a los cantautores locales de éxito como Diego ‘Funambulista’ Cantero y a otros legendarios a reivindicar eternamente como Javier Krahe. La odisea del Ulises (superviviente) de esta aventura fue pasando de boca a oreja hasta que calló, el próximo 2013 la aventura continuará en otra tierra. Tal como apuntaba el cartel del improvisado ciclo de despedida ‘Ítaca dice hasta luego’, por eso intentamos despejar una última incógnita ¿Se divisará mejor un nuevo proyecto mirando al mar desde la portuaria Cartagena? «No ha sido más que esto, un punto y final, pasar página y a contar otras historias» nos contesta sonriente Antonio Castro.
¿El último disco compartido?
– El último de Josele Santiago es un lujo, de lo mejor que ha hecho en su puta vida, y he de decir que algunos todavía seguimos comprando música.
¿El último libro leído?
– Mirando al Suelo de Francisco Béjar Galera.
¿Un artista recomendable descubierto?
– Fabián al que tú pudiste ver aquí con muy poquito público y, por supuesto, Muerdo.
¿A quién no pudisteis traer a actuar que os hubiera gustado y que lo hayáis intentado?
– Se nos resistió el argentino Lucas Masciano.
¿El evento más caótico que recordéis tras las cristaleras del Ítaca?
– En el concierto de Zahara, fue espectacular la cola que había antes de abrir y la cantidad de gente que se quedó fuera. No dábamos crédito.
¿El evento más divertido?
– El Pele nos mandó a The Tannahill Weavers al terminar su actuación en el festival de folk que se hacía en el Murcia Parque, cuando ellos pedían un café y una cerveza nosotros les obsequiábamos con un chupito de whisky. Desde las dos, y hasta las siete de la madrugada que llegó la policía, no pararon de golpear la barra y de hacer sonar sus gaitas. Borracho perdido tuve que decir a los guardias: «entren y deténgannos a todos porque hoy no tengo excusa alguna». ¡Pobres vecinos míos!