Superdivertido, sha la la laaa

Guille Milkyway: efervescente - Foto: Chema Helmet

Guille Milkyway también se defiende en las distancias cortas.


Una crónica de Javier Arabit

Quién: La Casa Azul
Dónde: Underground (Cartagena)
Cuándo: 26 de mayo de 2006

ME PASO EL DÍA BAILANDO
Guille Milkyway (compositor, productor e intérprete del grupo unipersonal La Casa Azul) comenzó su actuación en Cartagena dirigiendo al público unas palabras a modo de excusa que ya le había oído yo en otras ocasiones. Fue algo así: «Gracias por venir. Ya sabéis lo que es esto: mis canciones, mis sintetizadores y yo, un guitarrista amateur». Pero a la vista de la eufórica actitud del público en cuanto sonaron los primeros acordes de Hoy me has dicho hola por primera vez, no parece que fuera necesaria tal advertencia. Todos sabíamos a lo que íbamos: a disfrutar bailando mientras escuchábamos en directo al principal exponente nacional del pop bubblegum (pop colajet, ñoño-pop,pop sixties,… o tontipop, como lo llaman sus escandalizados detractores).

Al margen de las etiquetas, lo que La Casa Azul hace es pop simple y directo, con melodías que nos transportan hasta los años sesenta y con letras sencillas y algo cursis. Supongo que la pretensión de Guille no es inmortalizar su nombre en las estrictas enciclopedias de musicología, sino más bien hacer vibrar a la gente y utilizar la música como un instrumento útil para canalizar su sensibilidad extrema.

AMO A GUILLEEE
El autor del pelotazo Amo a Laura (sí, es él) pasó por Cartagena cuando acaba de salir del horno su nueva publicación discográfica, que incluye la reedición de su primer disco, las canciones de sus tres primeras maquetas y algunos extras. Durante la hora y media que duró el concierto (en un solo pase, sin concesiones) interpretó casi todas las canciones de sus discos El sonido efervescente de La Casa Azul y Tan simple como el amor. Un 90 % (seamos generosos) de la música la lanzaba programada, mientras que se parapetaba tras sintetizadores o guitarra para cantar y hacer el resto. Así que mención especial merece la «parte ñoña», que fue cuando, abandonando el “cuasikaraoke”, se sentó al teclado y cantó Prefiero bailar, C’est finí y Galletas, uno de sus mejores temas.

Es realmente emocionante escuchar esas canciones al desnudo, sin más abrigo que el teclado y la voz de Milkyway. La piel de gallina, de verdad.

«POR ESTAS TIERRAS EMPEZÓ TODO»
Era la primera vez que fui a un concierto de La Casa Azul en un pequeño escenario (lo había visto en festivales como el Lemon Pop y el FIB) y he decir que me sorprendió la soltura de Guille, en contraste con la manifiesta timidez que le advertí en las otras ocasiones. Me refiero tanto a su forma de interpretar como a su desenvoltura para dirigirse al público, por mucho que él dijera: «perdonadme pero no sirvo para esto, no sé hablar, no sé estar». No sé si se debe a que se crece en escenarios pequeños, o porque ha ido perdiendo el miedo escénico, o quizás resulta que ha dado con la medicina adecuada, ya me entienden. En cualquier caso, no me parece ni bien ni mal, lo cuento como una simple anécdota.

El final fue apoteósico, hacía tiempo que no bailaba y cantaba tanto. Mi afonía posterior dio fe de ello. Desde que sonaron uno tras otro sus hits Chicle cosmos y Cerca de Shibuya aquello fue un no parar. Después vinieron Como un fan, Siempre brilla el sol, y se despidió con No nos van a parar. A destacar una estupenda canción nueva que nos regaló (llamada Una cosa o dos, según me comentó su road-manager), y un par de versiones, un tanto freaks, de Raphael (Qué sabe nadie) y de Jackson Five (I want you back).

A destacar también sus palabras con las que recordaba (acaso a él mismo) que fue en nuestra región donde La Casa Azul tomó forma real («por estas tierras empezó todo»), por lo que mostró su agradecimiento a la gente que lo hizo posible.

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