El último beat

El legendario activista estadounidense y gurú de la contracultura John Sinclair presentó en el Centro Puertas de Castilla de Murcia su espectáculo Criss Cross en compañía del guitarrista holandés Mark Ritsema.

Una crónica de Chema Helmet

Quién: John Sinclair y Mark Ritsema
Dónde: C.Cultural Puertas de Castilla (Murcia)
Cuándo: 17 de enero de 2008

La llamada generación Beat se comenzó a fraguar allá por finales de la década de los años 40 del pasado siglo XX y fue a partir de los años 50 cuando este grupo de poetas, escritores y artistas en general lanzó su asalto a la escena cultural de los Estados Unidos.
Los beat fueron críticos despiadados del convencionalismo encarnado en el American way of life, y arremetieron con furor contra el tradicionalismo y puritanismo predominante en la Norteamérica de la posguerra.
Estos poetas tomaron como punto de partida la búsqueda de la liberación espiritual y a partir de ella propugnaron en un plano mucho más terrenal la liberación sexual, fomentaron los movimientos de liberación de mujeres y negros y fueron avanzados en el uso de las drogas psicodélicas como herramientas de exploración interior.

Y también por aquellos años, antes de que el rock contaminase y abduciese a generaciones enteras de jóvenes, el jazz vivía una era de esplendor. El be bop era el género de moda y Nueva York el centro del mundo.
Charlie Parker, Charles Mingus, Dizzy Gillespie, Miles Davis., eran habituales de los clubes de la neoyorquina Calle 52. En uno de ellos, el Minton’s Playhouse, reinaba un pianista excéntrico y genial nacido en Carolina del Norte en 1917, excelente compositor e impresionante improvisador llamado Thelonious Sphere Monk.

Beat y Monk, Monk y beat: con estos elementos John Sinclair construye su Criss Cross. La descomunal e irascible figura de Thelonious Monk es el centro sobre el que pivota el universo creado por Sinclair en los poemas que ha agrupado bajo Criss Cross. (Criss Cross es por otra parte el título de un famoso álbum que fue grabado por el cuarteto de Thelonious Monk en 1962).
Durante una hora escasa, John Sinclair acompañado a la guitarra acústica por el músico de Rotterdam Mark Ritsema, recitó con emoción una colección de poemas, que, por supuesto, se titulan como varias de las más famosas composiciones del pianista de Carolina del Norte (Tea for two, Ruby my dear, Pannonica, Brilliant Corners.)

El que fue por los años sesenta del siglo XX mánager de la mítica banda de Detroit MC5 y fundador de los White Panthers, sigue siendo un activista a tiempo completo, y se apoya en ese género oral tan influido por la tradición afroamericana llamado spoken word para lanzar sus afiladas críticas al orden establecido y a la política exterior estadounidense.

Los poemas de Sinclair están protagonizados por beatniks y músicos de jazz negros, por rebeldes de espíritu y por personajes empeñados en vivir al margen. Aunque sus poemas se refieran a tiempos pasados, no por ello su mensaje pierde frescura ni vigencia.
El poeta, con su afable aire de profesor despistado y bohemio, usa con maestría su voz profunda e imponente para transportarnos a un universo mágico y seductor: cuando relata que Allen Ginsberg («mi maestro», confesó Sinclair) fue un día a casa de Monk a invitarle a probar el LSD (y cómo al cabo de unas horas Monk quería que Ginsberg le diese más y más de “esa cosa”), o cuando cuenta cómo Monk se iba de marcha en el Rolls-Royce de la baronesa Pannonica “Nica” Rotschild de Koenigswateren (en cuya casa murió Charlie Parker mientras veía la tele), nos parece estar viendo con nuestros ojos tales escenas.

Thelonious Monk dijo una vez: "Jazz must first of all tell a story that anyone can understand” ("el jazz por encima de todo debe contar una historia capaz de ser entendida por todos"). Y de manera análoga el mensaje de John Sinclair y de sus poemas cumple con esta máxima, pues por encima de todo hablan de algo de lo que todos entendemos: de la libertad.