Una maleta llena de canciones

¿El Bill Gates del indie? - Foto: Chema Helmet

Nueva visita de Darren Hayman, esta vez en la compañía de Secondary Modern.


Una crónica de Chema Helmet

Quién: Darren Hayman & secondary modern + The wave pictures
Dónde: Underground (Cartagena)
Cuándo: 14 de abril de 2007

Ante un sala casi vacía los tres miembros de The Wave pictures se suben sigilosamente al escenario, cogen sus instrumentos y comienzan a tocar ante nuestros atónitos oídos una estupenda colección de canciones.
No los conozco de nada, pero la verdad es que me gustan mucho. Parecen muy jovencitos, los tres tienen caritas de buenos chicos. Tan jóvenes y ya con tan buen gusto. Y es que lo simple, si está bien hecho funciona. Sus canciones son frescas y ligeras, y los chicos demuestran tener un excelente olfato para las melodías. Apenas tocan media hora, una media hora que supo a gloria. Hasta el propio Darren Hayman no perdió ripio del concierto de The Wave Pictures. Todo un hallazgo.

Tras un intermedio de diez minutos le llega el turno al ilustre gafotas (con permiso de Elvis Costello, claro). Armado con una guitarra acústica, Darren Hayman viene esta vez con banda (The Secondary Modern), banda formada ni más ni menos que por los tres miembros de The Wave Pictures. Locuaz y con su aire de eterno despistado, Hayman vino dispuesto a presentarnos su último disco (aunque con lo prolífico que es, seguro que ya es el penúltimo) como solista.

Las canciones de Hayman son muy divertidas, extravagantes, enérgicas, saltarinas, terriblemente excitantes. La puesta en escena es muy básica (lo que tiene el ser un adalid del lo-fi) y cuando Hayman canta, sufre una transformación brutal, es abducido por sus canciones que le hacen retorcerse, contorsionarse, saltar, gritar, vociferar, gesticular exageradamente… Mientras, su banda de acompañamiento cumple con su papel a la perfección, arropa las canciones, dándoles cuerpo, presencia y volumen. Hayman ejerce de maestro de ceremonias, no para de hablar y de bromear y de meterse con sus músicos entre canción y canción, y en el tramo final del concierto rescata un par de temas de Hefner («ahora voy a tocar unas canciones de un grupo que se llamaba Hefner, no sé si os sonará de algo»), para regocijo de la parroquia.

A la hora de empezado el concierto (lo bueno si breve…), anuncia que va a tocar la última y nada más terminarla y absolutamente sordo a las peticiones de bises, saca del fondo del escenario una desvencijada y ajada maleta llena de merchandising, (¿saldrán de esta maleta también las infinitas canciones del repertorio de Darren?) y se sienta junto a ella en el frente del escenario y empieza a vender discos y camisetas entre su fiel hinchada… Genio y figura.

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