Red Bull Music Academy Madrid 2011, festivalesdepop.com estuvo allí.
Dónde: en diferentes salas (de Madrid, España)
Cuándo: del 24 de octubre al 04 de noviembre de 2011
Cuántos a cuánto: ≈ 600 personas a 15 € por día
Quiénes:
· Tormenta tropical: Tom Zé + El Guincho + Señor Coconut + Chico Trópico Djs feat. Chico Sonido + Meneo & El Timbe + Mathew Jonson + Gerd Janson + Canblaster + Krystal Klear + Broke One + Julius Sylvest + Xavier León + Behr + Boy Crush.
· EG-11: Esplendor Geométrico + Clock DVA + Osborne.
· Doom’s day: MF Doom descubriendo el mejor enigma del rap + Sander Mölder + Tres.
En torno a las fructíferas masterclass que reciben los privilegiados alumnos de la Red Bull Music Academy [RBMA], en dos turnos y en una ciudad distinta cada año, se extiende un apabullante festival bilingüe. Ecléctico dentro de su propia idiosincrasia y aparentemente bien producido, con ciertas deficiencias lógicas que suelen notarse cuando un evento se preocupa más por mostrar que por demostrar.
Ante el overbooking que impidió a Festivalesdepop estar presente en dos de los eventos reseñables de la primera quincena, optamos por escoger -con un cierto riesgo a empacharnos por lo consecutivo de las fechas- otros tres quizás menos mediáticos pero destacablemente igual de interesantes: Tormenta Tropical, EG-11 y Doom’s Day. También gozaron de sold out pero en ninguno de los casos dejaron una sensación de disfrute pleno. ¿O quizá sí?, pero cada cual a su manera.
De las noches que nos quedamos con ganas de informar –la de Alva Noto & Byetone, celebrando el aniversario del sello Raster-Noton (referente en la música electrónica experimental) y la diva del neo soul Erykah Badu en DJ set y previamente live with friends introducida por uno de los ex alumnos aventajados de la Academy: el amable Jamie Wood-, podemos afirmar por los asistentes consultados que ambas fueron disfrutables al máximo.
1ª cita. La descarga tropical en pleno centro de Madrid, no fue del todo lo prometido. Algunos cutres disfraces de Halloween mezclados con latinos comedidos y más fans del omnipresente sampleador El Guincho que del colectivo agitador de Chico Trópico Djs -y su selección de artistas afines, en sesión discontinua desde el palco-, llenaron las escaleras y un par de plantas del Círculo de Bellas Artes. Preguntas de pasillo como «¿quién toca después, cómo se llama esto que suena ahora o dónde está el escenario columna, fuentecilla o salón de baile…?» tuvieron que encontrar sus propias respuestas sobre la marcha y por propia intuición.
Aprovechamos para avisar, a los posibles despistados, que el Señor Coconut fue el tipo inconfundiblemente alemán -excepto por el retardo al iniciar el concierto- que en primer lugar se subió al escenario principal y se colocó condescendientemente al fondo del mismo, frente a un laptop, supervisando como su orquesta de vientos y percusión reinterpretaba los clásicos pop incluidos en sus discos Fiesta songs (2003) y Around the world (2008). El efecto sorpresa de sus inicios parece haber perdido la gracia y, evidentemente, le sienta mucho mejor la caricatura de Pérez Prado que la de entre otros: Prince.
Pero sin duda alguna, el reclamo meritorio de la noche debería haber sido poder ver inusualmente en España al inclasificable Tom Zé. Padre parricida de la Tropicália brasileña, ciclón vital y agitador incansable de conciencias. Con sus setenta y cinco tacos se presentó de la guisa esperada –con un par de bombillas dibujadas y una falda de tablas amarillas- y sin cesar ni un segundo: brincó, discursó, rodó por el suelo, se disfrazó, improvisó, cantó con su voz de no cantante a las Páginas blancas (por ejemplo), rompió una chaqueta más una guitarra acústica –ambas preparadas- y desconcertó ¡cómo no! al público propio y ajeno. Incluso hizo reír a sus cuatro músicos que deberían estar acostumbrados a sus estruendos. Anarquía musical con la justa instrumentación y un repertorio de himnos desconocidos por estos lares, aunque al final fuese imposible no contonearse con ‘XiqueXique’ o corear el inmortal ‘Parque industrial’… made in Brazil.
2ª cita. El proyecto post-punk Clock Dva creado por el inglés llamado Adi Newton en 1977 vuelve a ser dúo gracias al tándem que forma él mismo junto a su inexpresiva y andrógina mujer Jane Radion –aunque en directo ciertamente colabora un tercer operario-. Sus canciones alternan una instrumentación sintética, a base de loops, con partes vocales que no hacen sino recordar los primeros tiempos de sellos como Factory o Mute. Las proyecciones que utilizan hacen que merezca la pena mirar al escenario, traspasando sus figuras estáticas y saltando los dos toros fluorescentes que en un primer plano recuerdan la marca patrocinadora del festival que nos ocupa. Cuando terminó su cuenta atrás se les había cogido el gusto a pesar de que ya no parecen su propia leyenda.
Nadie esperaba que fuese amable la celebración de Esplendor Geométrico [EG] por sus tres décadas en activo –el 7’’ Necrosis en la poya y el K-7 EG-1 datan de 1981-, aunque pocos fans asistieron al reto con los oídos amortiguados previendo lo que se avecinaba. El dolor industrial provocado por el ruido de los aparatos que maneja el italiano Saverio no es nada con la provocación primitiva del cantante y alma máter Arturo Lanz. Capaz de provocar la atracción/repulsión de cualquiera que se piense estar a prueba de todo. Lo suyo es como asistir a un autoexorcismo rítmico, del poder contar tiempo después «yo vi a EG en vivo y en directo», si casualmente pasabas por allí, quizás los recuerdos te invadan durante algunas noches. Los pioneros y veteranos madrileños EG fueron capaces de convertir en banda melódica a sus compañeros de escenario -e imagino que a cualquier pieza que se le atreva a colocar en su misma línea de producción-. La nave del Matadero jamás tuvo mejor función.
3ª cita. Al día siguiente y con un ligero timbre remanente en los oídos, nuevamente asistimos al mismo espacio. Se anunciaba como el ‘Día de Doom’ y consecuentemente el público era absolutamente distinto. Mayor igualdad de sexos, con ropa talla extra-large, aparentemente más tranquilo pero que curiosamente tuvieron que sufrir un minucioso cacheo antes de acceder al recinto –incluso las gorras de visera y los gorritos de lana sin encajar aparentaban ser sospechosos contenedores-, por lo visto aun hay responsables que piensan que el rap en España es peligroso ¿o quizás fuera para obligarnos a entrar en sintonía con una peliculera escena hip hop en la costa este neoyorquina?. Un joven estonio –también fruto de la Academy- llamado Sandermölder intentó animar la espera al recital del protagonista, unos cuantos silbidos se llevó por no ceñirse a patrones típicos del estilo que ocupaba la noche. Pero para nada desentonó y la sesión la trabajó entusiastamente.
Sin fuegos de artificio alguno –ni marcas- y precedido por un MC XXXL size –como único acompañante-, apareció el enigmático y bonachón MF Doom, disparó el lector de CDs y todas las bases de los 17 temas más 1 bis sonaron del tirón. Estuvo cómico con sus poses estereotipadas, no se quitó la máscara metálica inspirada en Gladiator pero sí la gorra y comunicó lo justo con el público que en España lo recibía por vez primera, aunque quizás fuese consciente de las limitaciones idiomáticas que dificultan gozar al cien por cien del rap en directo –¿Qué tal ir contemplando unos sencillos subtítulos? «la ópera y la cultura urbana unidos por el mensaje comprendido»-. La sobriedad escénica y una repetitiva grabación webcam en primerísimo primer plano de Daniele Dumile –que así se llama realmente el interesante rapper Doom y productor también conocido como Metal Fingers, Metal Face o Viktor Vaughn entre otros alias- hizo inevitable el buscar con la mirada alrededor de uno más color: alguna pareja que se contoneara elevando el clima ligeramente frío, algún B-boy resuelto o una estimulante bocanada de hierba aromática. La excepción confirmó la regla de que aquí no estamos en Estados Unidos. Mientras que artistas influyentes como Radiohead o Portishead se sigan fijando en este personaje, bienvenidos serán sus proyectos mucho más accesibles como Madvillain o como DangerDoom, pero si de lo que se trata es de no entender el mensaje y dejarnos llevar con la música, ahí tenemos sus 10 volúmenes de Special Herbs (2001-05). Todo un tratado instrumental y de rap botánico.
Las clases continúan por otras dos semanas, las demostraciones de los artistas también.
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