Con M mayúscula

Mala rodríguez

El hip hop insinuante de la Mala Rodríguez llevó al delirio al público de La Mar de Músicas


Una crónica de Chema Helmet

Quién: La Mala Rodríguez
Dónde: Parque de la Constitución (Ceutí, Murcia) y La Mar de Músicas (Auditorio Parque Torres, Cartagena)
Cuándo: 11 de junio y 10 de julio de 2004

El maestro de ceremonias Jota Mayúscula anuncia la inminente entrada de La Mala en el escenario de La Mar de Músicas y el público ruge, vibra y aplaude con una intensidad desconocida.
Y es que la Mala ha conseguido colocar el cartel de no hay billetes y hacer que la reventa funcione (delante de mis narices un tipo pagó 100 euros por tres entradas que en taquilla le hubieran costado 12 euros cada una).

La Mala Rodríguez se ha convertido en todo un fenómeno que ha trascendido del circuito (minoritario) del hip hop nacional para pasar a ser patrimonio del gran público. Esta chica tiene algo especial, ha encontrado una fórmula personal y exitosa con la que se ha sabido ganar al respetable. El público la adora, ella se deja querer, y durante sus recitales el personal no para de corear los estribillos, de bailar, de mover los brazos, de encender sus mecheros,…

La banda que acompaña en esta gira a la Señorita Rodríguez está formado por Kostan (cajón, platillos y tumbaderas), el guitarrista Giggi Mantequilla (tío ¿todo ese pelo es tuyo?), la incansable Karin (baile), Kultama y Mefe (segundas voces) y el enorme Jota Mayúscula (platos y bases).

Por lo visto y oído en sus conciertos de Ceutí y Cartagena, el espectáculo está bastante medido y muy bien trabajado, con un repertorio que contiene temas irresistibles (Tengo un trato, La Niña, Lo fácil cae ligero, y sobre todo Jugadoras, jugadores) y un preciso reparto de papeles.
Lo de la Mala sería otra cosa bien distinta sin la presencia de Jota Mayúscula, un auténtico maestro en el manejo de los platos (¡esos scratches!) y un hábil programador de las bases utilizadas por La Mala. La Mala (pro)pone y Jota dispone.

Pero sería injusto restarle mérito a La Mala. Sus letras (y el gracejo con que las recita más que canta), y su imagen y actitud (con esa mezcla entre chulería de barrio y aires de chica normal), la están convritiendo a marchas forzadas en una estrella.

Y así todos salimos encantados coreando aquello de «tú pro-pón-pón…»

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