Kives, que comenzó su fortuna como vendedor a domicilio de cacerolas y menaje de cocina, era un talentoso vendedor y un pionero absoluto en explotar al máximo el potencial de la televisión como elemento de promoción publicitaria. A comienzos de la década de los sesenta sus anuncios de -las por entonces revolucionarias- sartenes de teflón le permitieron llegar a públicos masivos. El éxito fue inmediato y Kives siguió comercializando otras invenciones para su uso en la cocina como el “Dial-O-Matic” o el “Veg-O-Matic” (todas ellas creadas por su socio Ron Popeil).
El exitoso y rentable modelo de negocio de Kives se basó en la combinación de productos muy baratos de fabricar, una distribución basada en la venta por correo y un desparpajo comercial inédito hasta entonces en el medio televisivo. El éxito fue fulgurante. Por ejemplo, en agosto de 1965 Kives introdujo su cuchillo de cocina multiusos “Feather Touch Knife” en el mercado australiano y para Navidad ya había vendido ¡un millón de unidades! a razón de un dolar de beneficio neto por unidad vendida.
Record
Selector:
se activa
digitalmente
y se para
automáticamente
En los años setenta, la compañía K-Tel fue diversificando su ámbito de operaciones (sector inmobiliario, exploraciones petrolíferas…), lo que a la larga la llevó hasta casi su desaparición (en 1984 entró en suspensión de pagos).
La compañía de origen canadiense también se introdujo en el negocio musical de la mano de Raymond Kives (primo de Philip), quien ejerció como presidente de K-Tel USA (1967-1977) y K-Tel Europa (1977-1984).
K-Tel llegó a acuerdos de licenciamiento con las grandes firmas discográficas de la época: los temas de éxito eran cedidos a K-Tel, quien inmediatamente editaba baratos discos recopilatorios con los hits de la temporada y que se vendían como rosquillas. Otro negocio redondo más a apuntar en el haber de K-Tel.
Pero la actividad de K-Tel en el negocio de la música no se ciñó a la edición de vinilos, también intentó ampliar su campo de actuación desarrollando productos complementarios como el “Record Selector”.
El artilugio en cuestión salió al mercado a comienzos de la década de los 70 (hubo una segunda versión que salió a la venta a mediados de la década rebautizada como “Disc-O-Selector”). El Record Selector era un dispositivo con una base de plástico que servía para organizar de forma automática nuestra colección de álbumes en vinilo.
Con apenas “un dedo” seríamos capaces de hojear de una tacada todos nuestros vinilos (bueno, un máximo de 24), que previamente había que insertar en las correspondientes ranuras.
El Record Selector era tan sofisticado que por ejemplo, si queríamos volver a colocar un disco que habíamos extraído de su ranura, bastaba con activar el mecanismo “digital” y el Record Selector se paraba automáticamente al llegar a la ranura vacía. ¡Guau!