“¿No será más fácil decir te odio que te quiero?” 

La mexican acid queen - Foto: Chema Helmet

Hablar de Olvido Gara y Nacho Canut es hacerlo de dos referentes imprescindibles de la Nueva Ola, aquella revolucionaria escena musical, artística y estética surgida a finales de los setenta. Ellos formaron parte de Kaka de Luxe, Alaska y Pegamoides, Parálisis Permanente y Dinarama, algunos de los grupos más determinantes del pop y el punk nacional. Desde 1990 Nacho y Alaska se hacen llamar Fangoria, y en este 2004 han publicado su último disco, Arquitectura Efímera.


Una entrevista de Javier Arabit (05/08/2004)

La sensación general que me ha producido la escucha de Arquitectura Efímera es la de haber sido expuesto a un torbellino de bofetadas emocionales. Domináis sobremanera el arte de lanzar consejos universales acerca de las consabidas tramas de amor y desamor, pero con un tratamiento alejado de la recurrencia barata.
Es cierto que desde hace un par de discos han entrado en juego el tipo de letras que parece que se las estás diciendo a alguien, ésas a las que Nacho llama canciones de autoayuda, como por ejemplo El arte de decir que no, pero yo creo que en realidad nos lo estamos diciendo a nosotros mismos.

Siempre he pensado que encajáis con una estética oscura escénicamente, en la lírica e intuyo que también en lo personal. ¿Este hecho va inexorablemente unido a un carácter pesimista o decadentista?
De carácter, Nacho [Canut] y yo nos creemos, o nos hemos hecho creer a nosotros mismos, que somos personas muy pesimistas. Y yo creo que es lo contrario, pienso que somos las dos personas más positivas que hay. Pero positivas dentro de un pesimismo, es decir, siempre pensamos que puede venir algo peor, pero justo porque pensamos eso todo lo que viene nos parece maravilloso. Yo no sé si somos positivos o negativos, pero lo que sí es verdad, que es un poco lo que tú decías, es que en el lado de las letras y supongo que en el determinadas influencias que tenemos, que pueden ir desde Lynch hasta el humor negro de Berlanga, siempre hay referencias de una manera de ver la vida con un sentido del humor un poco más cínico. Y desde luego a la hora de cantar sobre las relaciones y los sentimientos siempre nos ha sido más fácil hablar del lado más oscuro, incluso cuando teníamos catorce años, y nuestra influencia eran Los Ramones, llegábamos como máximo a decir “te odio, te odio”. ¿No será más fácil decir te odio que te quiero?

Ahora que te remontas a vuestros principios, tengo que decirte que me llama mucho la atención que vosotros, que habéis protagonizado los mejores momentos del punk, pop y tecnopop en nuestro país, siempre habéis declarado que pensáis que no tenéis un talento especial.
Tener talento es tener una virtud especial, como un don, una gran voz o una enorme técnica para tocar la guitarra, por ejemplo. Nosotros nos hemos pasado media vida pensando que hay cosas más interesantes que tirarte cinco horas al día tocando la guitarra. Si la tocas una hora y con eso tienes para poder hacer las canciones como a ti te gusta, es suficiente, entonces las otras cuatro horas las pasamos leyendo, yendo a conciertos y haciendo cosas que creemos que nos influyen y nos enriquecen mucho más para hacer canciones y para la vida en general.

Creo que no tenemos un talento especial, y no es falsa modestia, siempre hemos sido muy soberbios. Con los Pegamoides pensábamos que éramos un grupo muy chulo, con cinco estrellas, pero no por eso nos creíamos que cantábamos y tocábamos mejor que nadie porque no era así. Tocábamos y cantábamos lo justo para poder decir lo que queríamos, y eso era total. En Kaka de Luxe, por ejemplo, como no sabíamos apenas tocar, tenías un sonido o una canción en la cabeza y era imposible conseguir sacarlo.

Bueno, yo no me refería al talento como técnica virtuosa para tocar y cantar, sino como una actitud innata para interpretar y componer, y un meritorio y pionero buen gusto para importar músicas que en España eran impensables a mediados-finales de los 70.
Actitud desde luego había, tanto Nacho y yo, como Enrique [Sierra] y el Zurdo [Fernando Márquez], lo considerábamos esencial. La actitud para nosotros siempre ha sido muy importante. Yo creo que la mayoría de los artistas que nos gusten, da igual que sean Raphael o Marilyn Manson, sobre todo tienen actitud. Morrisey o Pet Shop Boys nos encantan, porque la actitud no es solamente desgarrarte sobre un escenario sino también mantener una cierta distancia.

Bien, volvamos a Arquitectura Efímera. Con este álbum cerráis una trilogía que se inició en 1998 con Una temporada en el infierno.
Te voy a decir la verdad, lo de la trilogía nos lo inventamos en el segundo disco de esa trilogía. No es como la trilogía de Un día cualquiera en Vulcano, que hicimos a principios de los noventa, en la que sí habíamos premeditado un desarrollo y una lógica común. Con Naturaleza Muerta nos dimos cuenta de que, de alguna manera, lo habíamos planteado igual que Una temporada en el infierno: mismo productor y misma forma de afrontar la composición de las canciones. Y pensamos que nos apetecía volver a hacerlo todo del mismo: doce canciones (once originales y una versión), mismo productor, mismo fotógrafo, mismo planteamiento de canciones cada vez más concisas en cuanto a la composición y la duración.

A menudo, cuando se cierra algo (trilogía de discos, en este caso) es porque se aspira a una reinvención o, al menos, a algún cambio significativo. ¿Hacia dónde os dirigís?
Cuando llegue la fecha de hacer un nuevo disco ya veremos. A lo mejor es un buen momento de hacer un disco de versiones, de estos que nos gustan a nosotros como disco puente. Pero yo creo que, por ahora, vamos a estar unos meses más sin pensarlo.

Considero que Arquitectura Efímera es el mejor trabajo de Fangoria. ¿En qué medida ha contribuido en ello Carlos Jean, el productor del disco?, ¿qué parte de culpa tiene?
Pues toda. La misma culpa que para otros que piensan que es el peor álbum de Fangoria. Le consideramos un productor muy adecuado porque todos los grupos que produce, te gusten o no, son diferentes en el sonido, no es un productor con un sonido determinado. En nuestro caso consigue sacar mucha limpieza de nosotros. A quien le gusta le parece un sonido muy limpio, y a quien no le gusta dice que se convierte en un minimalismo absurdo. Nacho y yo somos muy barrocos, y no controlamos nada las cuestiones de sonido, entonces cuando nosotros producimos tendemos a hacer una especie de pared sucia, una pared de sonido en la que nada predomina sobre nada. Yo creo que Jean lo depura todo muy bien, y estamos muy contentos con él. La duda es: ¿seguimos otros siete años con Jean o es el momento de cambiar?, pero… ¿cambiar por qué, y hacia dónde? Ni idea.

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