La cantautora del Mar Menor

Ella es Tormina del Mar Menor - foto: Chema Helmet

Lidia Damunt pasó por el ciclo River sounds del auditorio Molinos del Río “armada” con una guitarra acústica, una armónica y una pandereta tobillera.

Una crónica de Chema Helmet

Quién: Lidia Damunt
Dónde: Molinos del Río (Murcia)
Cuándo: 11 de diciembre de 2008

Lidia Damunt es Tormina (Soy Tormina del Mar Menor (…) / si algún día tuve otro nombre, eso no lo sé / no lo recuerdo, no lo apunté) un personaje capaz de llevarnos a golpe de tacón y pandereta hasta la Isla de las bufandas, ese universo mágico y surreal en donde visitaremos a Kanel y Vanilj, mientras las palmeras nos saludan al pasar y la luna es una gran bola de discoteca.

Fantasía y biografía, prosa y ficción, juegos de espejos en los que realidad y sueños se entremezclan; todo ello convive con naturalidad en el cancionero de la artista de La Manga del Mar Menor. Como en ese Pueblo fantasmal de casitas blancas en el que se decía que nació el Sr.Disney y que bien podría llamarse Macondo y por el que seguro alguna vez pasó Pedro Páramo camino de Comala.

El fin del ciclo River sounds es presentarnos a los músicos en un espacio reducido y en un formato cercano y acústico. La fórmula funcionó doblemente bien en el caso de Lidia Damunt, ya que tras su etapa en Hello cuca ahora cultiva en lo musical los principios del "do-it-yourself" y prescinde en su puesta en escena de todo aditamento sonoro ajeno, por lo que el acústico es el formato natural para Lidia Damunt.

Y a pesar de que estamos hablando de un concierto a base de guitarra acústica, armónica y pandereta, sorprende la fuerza (hasta rabia incluso) con la que Lidia Damunt canta y la fiereza con la que patea una tabla de madera con una pandereta enganchada a su tobillo derecho.
Pura energía sobre el escenario, un ejercicio intenso y agotador. ¿Quién dijo que el punk era cosa de guitarras a todo volumen?

Las coordenadas estéticas de Lidia Damunt están en un cruce de caminos en el que confluyen la energía del punk, los genuinos aires tradicionales norteamericanos (country, bluegrass, hillbilly) y la crudeza del rockabilly añejo (como atestiguó su fiera versión de No me pises los zapatos). Todos estos elementos están presentes en las personalísimas canciones de Lidia Damunt: Ocho caballitos de mar, Té de jazmín, Pagan por tocar, o la pegadiza Aloes de 50 metros, con la que terminó su breve pero enérgica actuación.

Los historiadores musicales afirman que el country, ese conocido género musical, se fraguó en Norteamérica, en concreto entre el Sur de los Estados Unidos y las montañas Apalaches. Después de ver a Lidia Damunt en acción, habrá que cuestionarse tal aseveración. Y es que a orillas del Mar Menor, esa laguna de agua salada situada junto al Mar Mediterráneo,
todos los atardeceres se puede ver a Tormina a lomos de una ola gigante acompañada de ocho caballitos de mar cantándole a la luna canciones que ni Hank Williams ni Woody Guthrie llegaron a imaginar.

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