El fervoroso torbellino blues de Perico de Dios, Carlos Jimena y Paco Luis Martos devastó la playa de La Azohía.
Tres de los hijos más devotos de la Virgen de Guadalupe protegidos por las potencias plateadas que la hacen mas Pura, vagan por el mundo con la chamánica misión de propalar a los cuatro vientos los arcanos del blues. Nada temen, pues la patrona de Úbeda les ayuda poniendo su manto en los ojos de los que les quieren mal y nada envidian desde luego a los oriundos de los campos de algodón del Delta del Mississippi.
Aunque prefieran tocar boogie sobre el remolque de un tractor, tampoco estuvo mal el entregado concierto que ofrecieron a pie de playa en la tranquila y familiar playa de La Azohía, una hora y media de cruda electricidad a base de ásperas canciones con sabor a cuero gastado y polvo del camino. Música directa que entra por la venas. La lírica esquelética y contundente de los de Úbeda no admite conjeturas: “Oh, Lorena”, “Estoy roto, vuelvo a casa”, “Boogie de la muerte” “¿Qué se siente al matar un gatito?”.
Guadalupe Plata imponen su cruda ley marcial con un barreño, una guitarra eléctrica y una batería. La esencia del blues se hizo carne y habitó con descaro en la provincia de Jaén.