Quién: Luis Alberto Spinetta
Dónde: Repvblicca 2 (Mislata)
Cuándo: 13 de noviembre de 2003
Texto: Chema Helmet
La hora inicialmente prevista para la actuación de Spinetta era la de las nueve y media), pero como los programadores de la Sala Repvblicca tuvieron la «brillante» idea de programar a la misma hora en la sala contigua un concierto del grupo de heavy Helloween, era absolutamente imposible escuchar a Spinetta en versión «electroakustik» (Spinetta: guitarra y voz, Claudio Cardone: teclados) en una sala que parecía que en cualquier momento se iba a venir abajo aplastada por la onda expansiva que nos llegaba del otro lado de la pared.
Así que hubo que esperar un par de horas a que los Helloween terminaran su actuación. Pero la espera mereció la pena.
Que Spinetta es un artista de talento extraordinario y con un repertorio insuperable, era algo sabido por el escaso (y mayoritariamente argentino) público presente en la Sala Repvblicca 2. Resulta difícil salir de uno de sus conciertos insatisfecho, la única duda es saber si esta noche tocará Muchacha ojos de papel o no. Y no, no la tocó, pero por lo que a mi respecta, poco importó. Porque toque lo que toque, el suyo es un caso aparte.
Como reseño más arriba, Spinetta se presentó en plan casero, armado de guitarra y flanqueado por su eficaz escudero Claudio Cardone, que proporcionó en todo momento el adecuado colchón sonoro que la lírica de Spinetta exige y precisa. El delicado e íntimo concierto repasó los más de treinta y cinco años de la carrera del Flaco Spinetta: hubo temas de su primer disco Almendra (1969) y de su por el momento último trabajo Para los árboles (2003). Y entre medias, temas de su disco compartido con Fito Páez (La la la), y de sus clásicos Artaud, Durazno sangrando, Kamikaze, Pelusón of milk… En el apartado de sorpresas, se incluye una versión de Illya Kuryaki & the Valderramas y ese tema eternamente inédito que es Mundo arjo.
A pesar de Helloween y de su doble bombo, con retraso pudimos disfrutar de la lírica de Luis Alberto Spinetta en versión “electroakustik”
Spinetta estuvo toda la noche muy relajado, afable, con tremendas ganas de agradar y (lo que no es muy habitual en él) accedió a alguno de los insistentes pedidos del público, que no cesaron durante toda la actuación. El momento más señalado del concierto llegó con la nana Plegaria para un niño dormido y su sentida dedicatoria a los poquísimos (calculo que no más de media docena) españoles que esa noche habíamos elegido dejarnos envolver por el tremendo universo poético de este artista. Larga vida al genio.