Colas, plumas, Johnny Rotten, el histriónico Vega y el apostol Coyne: es un jueves cualquiera en el Primavera Sound 2011
Cuándo: del miércoles 26 al domingo 29 de mayo.
Dónde: Poble Espanyol y Parc del Fòrum, Barcelona.
Cuántos a cuánto: 5.300 asistentes en la 1ª y 5ª jornada y 40.000 (de media por día en la 2ª, 3ª y 4ª) a un precio creciente 99-170 € el abono (+ gastos).
Quiénes: 221 bandas
Jueves
«He sufrido la espera más larga, jamás realizada, para obtener la pulsera y la tarjeta que me permitiera estar acreditado y acceder así al undécimo festival Primavera Sound, la he recargado con dinero y no funciona en ninguna barra este nuevo sistema». Así comenzó para muchos la primera de las jornadas en el amplio y aumentado recinto instalado en el cómodo y urbanita Parque del Fórum de Barcelona. Lo de las colas se repetiría hasta llegar a la desesperación durante los tres días. Si tenías la intención de saciar tu sed o hambre –a precios que aumentaban desde los 4€ por una cerveza del principal patrocinador y 6,50€ por una hamburguesa con nombre de tu grupo favorito- estabas perdido.
En el recuperado Pueblo Español durante la noche anterior también hubo música «la magia electrónica de Caribou, el pop clásico del grupo de Liverpool Echo & The Bunnymen, el indie pop de Comet Gain y la apisonadora nipona Nisennenmondai, formaron el menú de la jornada oficial de apertura». Por delante, otras 72 horas de conciertos –a las que aportarían su interesante programación, con segundas oportunidades, los 2 escenarios matinales en el parque central del Pobleneu y uno itinerante llamado Red Bull bus tour-. Para el domingo aun quedaría reservada otra jornada extra, apta ésta solo para supervivientes «con las actuaciones de Mercury Rev perform Deserter’s songs, BMX Bandits, My Teenage Stride y Me and the Bees», nuevamente en el nostálgico Poble Espanyol.
A las 20 horas, aun es de día en el Primavera, pero este dato pareció no importarle nada al luminoso pop aderezado con divertida psicodelia que practican Of Montreal. Los ocho músicos que son en escena, y los cuatro actores que los acompañan, hicieron en una hora todo lo que sabían: enmascarándose de luchadores mejicanos o disfrazándose de cerditos o de señoritas cachondas. Un colectivo comandado por su enérgico cantante y guitarrista, que no ahorra en usar mucha pluma, maquillaje, falsete, sensualidad ambigua y lycra de todos los colores. Valga la festiva ‘Our riotous defects’ como resumen de su actuación.
En el más alejado de los escenarios, al que podría llamarse La Meca, el reconocible icono de PiL colgaba de una red militar roja. La banda por la que debería pasar a la historia creativamente hablando Johny Lydon –sí, el Johnny Rotten de los Sex Pistols- se volvió a unir hace 18 meses y ésta era su segunda actuación en España desde hacía 25 años. El histriónico cantante inglés, con gabardina abrochada y apoyado en un atril, no defraudó en su papel: «Get up… we’re the fucking Public Image Ltd». Igualmente impresionó la capacidad del guitarrista/teclista Lu Edmonds, para hacer post-punk con un saz eléctrico o un cümbüş de fabricación propia, acompañando al buen sonido de la base rítmica. Evidenciando con su repertorio que lo suyo no son canciones de amor precisamente.
El no ver a los Grinderman de Nick Cave debería ser imperdonable, a no ser que tengas otra oportunidad inmediata en mejores condiciones para disfrutar de uno de los más grandes cantantes y compositores que ha dado Australia. Que se lo digan si no a The Walkmen, quienes sufrieron sus aullidos desde un escenario no tan cercano. Cosa que la distancia pudo prevenir al Ensemble que dirige el avanzado Glenn Branca pudiendo orquestar a voluntad las seis partituras para cuatro guitarras, bajo y batería que es The Ascension: the sequel (Acute records). Preciso ruido eléctrico.
Como entre experimentadores naturales de los años 70 andaba el juego, ¿qué medicina puede haber mejor que Suicide en directo?. El tándem formado por Alan Vega y Martin Rev no defraudó, aunque sí espantó a algún que otro incauto. La pareja se prodiga poco y desde el septuagésimo aniversario de su cantante vienen interpretando en directo los 7 primeros temas de su primer disco: alguien dispara un generador de drones a volumen doloroso, apaga las luces y proyecta en las pantallas imágenes obscuras. Rev enciende los leds de unas gafas macarrónicas y golpea con los nudillos y la muñeca su sintetizador, el único instrumento que hay en escena. Vega, con su gorro llamarado, se limita a balbucear las letras –otro alguien vigila que sea la correcta- y “moverse” a lo Ozzy en the Osbournes. Son previsibles, son peligrosos, pueden parecer ridículos, pero fueron futuro y a eso suenan tras cuatro décadas, a grupo histórico. ¡Ah!, como único bis nos regalaron unos cuantos besos y ‘Dream baby dream’, la canción con la cual el mismísimo Springsteen los homenajeó en vinilo. Con los tímpanos vibrando y tras atravesar un mar de gente, se pudo llegar a escuchar ‘Odessa’ y ‘Sun’ del bailable Caribou con banda.
Para corear, bailar y emocionarse habría que esperar a que The Flaming Lips, montaran toda su parafernalia en el escenario principal. Unos presentadores advierten, a los miles de espectadores presentes, que la iluminación e animaciones proyectadas durante la actuación pueden provocar ataques epilépticos. Bajo una pantalla circular -que recuerda intencionadamente a Pink Floyd, pues no en vano acaban de regrabar su particular lado oscuro de la luna- fueron apareciendo los músicos como si de marcianos se tratara –obsesión que ha ocupado a Wayne Coyne durante 7 años-. La maquinaria experimentada comienza a tocar y el líder más hiperactivo del pop indie despliega todas esas atracciones a que nos tiene acostumbrados, a las que va sumando pocas nuevas. Para algunos una actuación que supedita la música al circo, para muchos son la fiesta asegurada. Aunque lo único que les falte pudieran ser los animales, sería injusto reconocerles que su creatividad desbordada la reflejan con nota en el estudio y garantizar diversión no está al alcance de cualquiera. Conscientes de pertenecer a la liga de las bandas que han cumplido 5 lustros, Coyne tuvo unas palabras «para aquellos grupos que marcaron época y con quien hoy compartimos cartel en esta nueva edición del Primavera Sound Festival». Sinfónicos, baladistas o lisérgicos, grandes siempre.