SOS 4.8 2011, aviso de socorro

SOS 4.8 - edición 2011 // Foto: Isabel Cortés - Equipo Helmet
SOS 4.8 - edición 2011 // Foto: Isabel Cortés - Equipo Helmet

La cuarta edición del festival SOS 4.8 fue inferior en calidad a las anteriores.

Viernes 6

La experiencia y previsión para dosificarse las energías ante cualquier festival hacen que previamente se deba subrayar en el horario de mano aquellos artistas que imprescindiblemente se quiere ver, anotar a los que se podría curiosear si se pusieran a tiro, descartar lo que personalmente no interese y ser consciente de que el último condicionante será lo que opine la compañía que desees tener en cada momento. En este IV festival SOS 4.8 no tuve diatriba alguna en horarios e incluso a la hora de aconsejar lo tuve más que fácil ¡casi nada!. Curiosamente lo ineludible para un servidor fue de lo menos comentado a priori e inversamente proporcional al número de asistentes.

Manel, el último grupo que se confirmó en rueda de prensa, argumentándose como la nueva revelación nacional en ventas pese a cantar en catalán, no fue para tanto. Ciertamente el público más vespertino de la primera jornada los canturreó y el propio equipo directivo del festival se mostraba orgulloso de semejante inicio –antes el grupo local Diecinueve, vencedores de uno de los dos concursos, pasaron desapercibidos-. Treinta minutos fueron suficientes para saber que no proponen nada nuevo y de paso poder acercarse al escenario grande para comprobar que the Kooks, posiblemente la banda más rock del cartel, son una banda efectiva pero mejor en las distancias cortas.

Los sueños y deseos surrealísticamente escenografiados en Somiatruites por Albert Pla y Pascal Comelade no tuvieron desperdicio. Su caravana de marionetas y freaks reales (Dj Crepúsculo, las siamesas Superglú… y el resto de la Petit Orchestra) fascinó a los amantes del show completo que acostumbra a ofrecer Pla y dejaron con ganas de más a los iniciados que rinden culto a Comelade. Todo esto sucedió en la sala pequeña del Auditorio, mientras en la principal se preparaban para interpretar sus composiciones These New Puritans (TNPs), una joven pareja de mellizos que se postula como la última esperanza británica. Fue la sexta vez -primera en España- que TNPs han podido montar su álbum Hidden (Angular/Domino, 2010) a lo grande. Como si de una banda mucho más veterana se tratara, mostraron -previa adquisición de las limitadas invitaciones- que el poder de la percusión y de una orquesta de vientos (madera y latón) es adapto para el baile pese al encorsetamiento del recinto y de una partitura escrita tras un aprendizaje forzado. Trip-hop, art rock, un coro femenino de quince chicas y una camisa de once varas que no les quedó nada grande. Pero si de hypes mediáticas se trata, la guinda se la llevó el trío irlandés –cuarteto en directo- Two Door Cinema Club, que con un discreto debut, al que le han crecido remezclas y versiones acústicas, consiguió congregar en el escenario secundario a la mayor masa de gente en los dos días de festival. Temas festivos, mucho humo y opiniones enfrentadas. El tiempo dirá.

En el espacio principal, MGMT intentaron defender el estatus alcanzado hace tres años con sus tres «temazos», sin que esto les haya sido suficiente para seguir manteniéndose como cabeza de cartel en festivales –aunque de lo contratado… ¿quién hubiese cubierto el puesto?-. Mientras, el Dj danés Trentemøller aprovechó la tímida desbandada. Movió al más pintado, llevando al máximo los subgraves de su maquinaria en interesante contraste con la dulce voz de la chica de las hombreras y lentejuelas, una de los cuatro músicos que forman su eficaz banda live.

Buen aperitivo dance para terminar empachándose con la impronta del sello de Steve Aoki: Dim Mak. En primer lugar, los sacerdoti de la Catedral del Ruido Bloody Beetroots Death Crew 77 hicieron temblar/ahuyentar a cualquier extraño autolimitado a entender su propuesta terrorista-sónica como un mero vehículo narcótico. Pero los que sí prestasen atención al proyecto de Sir Bob ‘Cornelius’ Rifo, comprobarían que lo suyo no es solo música electrónica con actitud punk: es comic, piano clásico del S. XIX, ciencia ficción, literatura, tendencias… En las primeras filas la gente irrumpía en trance, de la mesa de mezclas hacia atrás era más difícil entrar en materia -un servidor perdió las gafas en la batalla, pero pudo intuir que el único sujeto sin mascara que apareció en escena berreando y con un explícito parche de P.I.L. a la espalda era el sueco Dennis Lyxzén, conocido por haber liderado a los harcoretas Refused y actualmente estar al frente de los anticapitalistas The (International) Noise Conspiracy-. La posterior sesión de Aoki no haría sino confirmar el postulado de los italianos.

Sábado 7

De similar manera a cómo sucedió en la jornada anterior, correspondió a los barceloneses Standstill el privilegio de presentar Rooom, la recreación audiovisual de su último álbum. Ofreciendo al espectador un resultando placentero para los ojos y los oídos. Tal y como debería poder hacer un grupo cuando confía en su buen trabajo y tiene dinero suficiente para una producción de altura. Si más de 1.700 personas agotaron las entradas para ver y escuchar las tres partes de Adelante Bonaparte (Buena Suerte, 2010), un mismo número de personas –que no las mismas, pues al parecer si se hacía cola para obtener una pulsera de acceso a un concierto te perdías el otro- se emocionaría con la abuela Patti Smith. Esta leyenda viva interpretó un repertorio casi idéntico al del pasado verano, pero totalmente acústico y en formato reducido -junto a su inseparable guitarrista Lenny Kaye y al bajista/pianista Tony Shanahan, ambos del P. S. Group-. Más hippie (intensa) y menos punk (salvaje) que en su anterior visita, pero tal vez más emocionante e igualmente cercana. Como anécdota abrió con ‘Grateful’, dedicó a su marido Fred ‘Sonic’ la versión del clásico de Neil Young ‘Helpless’ e invitó a Antonio ‘Sr. Chinarro’ Luque para que la acompañase a la guitarra en la famosa ‘People have the power’. En el otro extremo de popularidad –seguramente el concierto con menos público del festival- pasó tristemente desapercibida la más que interesante performance de música, poesía y objetos del multidisciplinar Arnaldo Antunes. La cual viene actualizando desde hace años.

Afuera del Auditorio la sensación era otra, la del divertimento a costa de lo que sea, con mayor o menor criterio los nombres programados parecían dar lo mismo. La exclusividad se reducía a poder ver a Editors o constatar muchos años después que Brett Anderson fue un gran cantante-posturitas al frente de Suede. Los británicos con mayor reclamo de esta edición tampoco se libraron del escaso sonido en un marco de semejante dimensión -apenas colocándote a cierta distancia-. Un detalle fundamental para sentir la música, aunque a grupos como !!! en el escenario pequeño les influyera más bien poco, pues su propuesta radica en centrar la atención sobre un cantante showman y hacer bailar sin parar a quien se preste a ello, como Tiga o Crookers en caso de que hubiera aguantado el cuerpo.

Poco más que destacar de este gran festival, salvo las coincidencias en programación con el Festival Internacional de Poesía de Barcelona u otras en decenas de festivales musicales repartidos por el resto del país, así como la llamativa proporción de artistas de países catalanes o lo inoportuno de dividir aficionados al hacer tocar a Varry Brava y Second al mismo tiempo, suerte que la camaradería murciana está por encima y ambos lo celebraron conjuntamente. Un SOS 4.8 inferior en calidad a sus ediciones precedentes y siempre menos interesante que los otros festivales de su género, sustentado fuertemente por una administración regional pública en bancarrota y con un numeroso público sostivalero acostumbrado al alto coste de las consumiciones y al reducido precio del billete –cuando no a ser invitado-. Menos mal que tienen reservadas buenas fechas en una ciudad acogedora, una organización eficaz, interesantes actividades paralelas (certámenes de nuevas bandas, conferencias, mesas redondas, arte y literatura) y un acertado sobrenombre, al que aun no se termina de hacer justicia.

¿Qué futuro puede deducirse de ello?: quizás un amenazador desconcierto.

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