El concierto de The unfinished sympathy se vió deslucido por culpa del Madrid-Barça .
Una crónica de Chema Helmet
Quién: The Unfinished sympathy
Dónde: Underground (Cartagena)
Cuándo: 10 de marzo de 2007
Digamos para empezar que la noche del 10 de marzo no era desde luego la más propicia para salir de casa e irse a un concierto, pues el partido de fútbol entre el Barcelona y el Real Madrid impuso su ley a propios y extraños.
El «partido del siglo» obligó a retrasar el inicio del concierto hasta horas inusuales, y evidentemente fue el responsable directo de la floja concurrencia que se congregó en la Sala Underground para el concierto de The Unfinished Sympathy.
Los catalanes vinieron a presentar We push, you pull, un disco que les ha colocado (una vez más) en las posiciones más destacadas de las listas elaboradas por los medios y críticos especializados. Y la pregunta que sobreviene es, ¿tienen razón los críticos especializados en alabar tan fervorosamente a The Unfinished Sympathy? Supongo que sí.
Y digo supongo que sí, porque a pesar de demostrar su calidad y eficacia sobre el escenario, el concierto de The Unfinished Sympathy me dejó frío. Y aunque pueda resultar una paradoja, el emo-core de los catalanes no me emocionó. Algunas de sus canciones me parecen excelentes (This living kills, Rock for food) y gocé escuchándolas, pero la conexión artista-público no funcionó como debiera.
Estuvieron correctos, en su sitio, demostrando que son una banda adulta y competente, pero quizá excesivamente sobrios y adustos en su puesta en escena. A lo mejor les influyó el postrero gol de Messi al Madrid, pues confesaron que estaban en «todavía en estado de shock» con el espectacular gol del delantero argentino.
La intensidad, la rabia contenida, los sentimientos encontrados y la fuerza emocional que uno intuye en las maduras canciones de The Unfinished Sympathy no terminaron de engancharnos, de golpearnos adentro, de agarrarnos por las tripas…
Y no nos engañemos, el hecho de tener un repertorio cantado exclusivamente en inglés tampoco facilitó la fluidez de la necesaria comunicación entre artista y público, esa fluidez que le hubiese dado un puntito extra de brillantez y de emoción a las rotundas canciones del quinteto catalán, pero que en esta ocasión no pudo ser. Habrá que echarle la culpa a Messi…